lunes, 5 de marzo de 2018

Nunca más, nada será tuyo

Me quede con la verdad en la garganta. 
Había tanto que decir y tanto que contarte.
Me quedé atorada en una espera inútil. 
De inútiles días, de esperanza inútil, como 
el inútil tiempo que perdí buscando el oro en 
tu pecho de acero.
Todo fue en vano y te regreso el recuerdo, 
ya no quiero nada que empañe mis ojos 
ni que encienda el deseo de lo que jamás será.

Te dejo la blanca transparencia de mis manos 
de entonces. Haz de ella lo que quieras...
No tiene importancia alguna.
Lo que fue no volverá, el miedo hizo su milagro,
no tengo el poder de resucitar los muertos. 
Y a los fantasmas que andan sueltos tampoco hay 
forma de atraparlos.

Las noches de azules insomnios se quedarán 
conmigo, serán el recuerdo vivo de lo que no 
esperaré jamás de nadie.

Ya nunca más, nada será tuyo.

Ni una letra. Ni una coma, ni un silencio.
Y si algúnos versos parecen nombrarte, 
tenlo por seguro serán solo coincidencias, 
porque me quedó claro: los muros que
creamos no se derrumban agregando piedras.

Ya no corro, no camino, no me muevo 
y no respiro por alcanzarte.
Cada cual hizo su parte... Y seguramente 
estás libre de pecado... 
Intenta nuevamente no fallar y no fallarte.

Debimos habernos despedido a tiempo... 
Era una grandiosa idea después de todo: dejar 
flores enlazadas en una cama revuelta, 
llorar el mar por los ojos y tatuar el altruismo 
en el alma...
Del error se aprende. Y yo encontraré el modo, 
sino por tenaz, por valiente...

Y tú, seguirás siendo tú; cada cual con su suerte.

No me llevo nada, solo la daga que dejaste 
y mis insomnios.
Quédate con lo bueno. Para ti no tuve orgullo 
ni reparos... 
No te preocupes, no moriré de amor 
y no necesito nacer de nuevo...

Soy quien soy. Lo que se siente; se siente.

Nadie me debe
y a nadie debo.
Alondra de Plata©

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